El centre

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Abrirse al amor



A menudo confundimos el amor auténtico, aquel que nos permite ser libres y aceptar al otro tal y como es, con el amor romántico o emocional, en querer idealizado que suele crear dependencia y sufrimiento. En cambio el amor autentico solo nos enriquece.

La mente y el corazón son nuestros receptáculos sagrados: albergan la creación de pensamientos y sentimientos. Cuando estos pensamientos se gestan desde la autenticidad del ser, la fuerza interna se transmite a todos nuestros actos y relaciones. Si, por el contario, las influencias del entorno, de los demás y de nuestros hábitos negativos entran en la mente y el corazón, nuestros pensamientos se vician y generamos sentimientos de rencor, malestar, dolor, rechazo, de manera que nuestro amor queda ensombrecido.
Abrirse al amor es abrirse a la energía más poderosa del universo, una energía sanadora y transformadora que cohesiona y une. Cuando nuestro corazón se ha sentido herido, manipulado, engañado o atrapado, el amor deja de fluir libremente. Queda sumido en la negatividad; se vuelve cínico, desconfiado y vive con una actitud defensiva.
Deja de realizar sus sueños, tornándose gris.
El corazón emocional experimenta un vaivén constante de emociones, que van de la pasión al desencanto, el calor al frío. Se deja llevar por impulsos descontrolados que acallan la razón y la inteligencia. Está dominado por batidos asentados en el deseo y las carencias. Necesita protección y estímulos externos. Es un corazón rojo que se enciende como el fuego, y que al acercarnos nos puede quemar.
El corazón romántico, el rosa, sueña con la pareja perfecta, que supuestamente satisfará todas sus necesidades. El que posee un corazón de este tipo cambia de relaciones a menudo, ya que sus expectativas nunca se cumplen, y sufre continuamente.

Míriam Subirana