El centre

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Las emociones en la infancia



Empezamos la tertulia compartiendo ideas para mejorar la educación emocional de los niños:-

Todas coincidimos en que no podemos tener hijos sanos a nivel emocional si los adultos no están también sanos. Algo importante para que un adulto disponga de una buena salud emocional consiste en no exigirnos más de la cuenta, no pretendamos ser unos padres, madres o educadores perfectos.
- Superar el miedo a las frustraciones de los hijos, aprendiendo a ponerles límites sosteniendo el enfado que ello puede causar en los pequeños. Es muy sabio por parte de los padres ir aprendiendo a encontrar un equilibrio entre la tarea de poner límites a los hijos y el respeto a su libertad y espontaneidad.
- Tomarse los padres el derecho a estar enfadados ante los niños. Al mismo tiempo es necesario que los padres se responsabilicen de su propio enfado así como del rol de autoridad ante los hijos, evitando delegar en los profesores la tarea de poner límites a los hijos por miedo a hacerlo ellos mismos.
- Hablarle con cariño a los hijos, haciéndoles razonar al mismo tiempo.
- Permitir a los niños sus espacios de descanso, de “no hacer nada”.
- Esperar a que el niño pida lo que necesita, ayudando a que se le despierte el deseo de pedir, evitando darle todo lo que necesita sin que lo pida.
- Aprender de los niños y verlos como maestros. En este sentido hay muchas padres con muy poca conciencia, educando a niños que, por su inocencia y falta de juicio, tienen mucha más conciencia que sus padres. Una de las tertulianas nos recomendó la lectura del libro “Un nuevo mundo ahora”, de Eckhart Tolle y, otro libro recomendado es: “Los hijos de la nueva era”, de Salvador Freixedo y Magdalena del Amo.
A través de los niños podemos desaprender lo aprendido abandonando las viejas costumbres y creencias que ya no nos sirven para poder abrirnos a lo nuevo.
Se hace necesario que los niños reciban, los primeros siete años de su vida, todo el calor de sus padres y, en especial, la cercanía de su madre. Se sabe que los niños somatizan el estado psicológico de las madres. Por esta razón, la madre ha de escucharse como mujer y como persona ya que, en cuanto ella se da espacio a sí misma, los niños mejoran su sintomatología.
Según Gemma Cánovas, el deber ético de los padres y madres es el de ayudar a los hijos a desarrollar todo su potencial y, al mismo tiempo ponerles límites para evitar las personalidades narcisistas. Nuestra invitada siguió diciendo que los padres no han de ser ni tan permisivos ni tan autoritarios. “Querer a un hijo a veces implica decirle que no”, comentó nuestra invitada.
Una de las asistentes intervino diciendo que el problema es que a los hijos se les va comprando cosas para sustituir el tiempo que no le podemos dedicar como padres. Realmente no necesitamos consumir tanto ni gastar tanto dinero para complacer a los niños. Ellos sólo necesitan tiempo de calidad por parte de sus padres, que puedan jugar con ellos, que se sientan escuchados, hablarles con cariño, esto es lo que más necesitan.
Siguiendo con el asunto de los límites, que ocupó gran espacio de debate, una de las tertulianas comentó que no es sano traspasar a los hijos las creencias limitadoras que a su vez nos han traspasado las generaciones anteriores a la nuestra. Educamos a los hijos en creencias que tomamos muchas veces como verdades absolutas, creando así hijos que se convierten en clones de los propios padres.
A continuación, resumo las ideas que Gemma Cánovas compartió con todas nosotras al final de la tertulia:
 Las madres han de tener capacidad de reflexión y ser conscientes de sus límites cuestionándose su ideal de perfección.
 El objetivo en el cuidado de los hijos es el de ayudarles a construir su identidad, proporcionándoles un lugar diferenciado como sujeto. El hijo, poco a poco, ha de ir descubriendo su propia identidad sin convertirse en una fotocopia de sus padres y sin aspirar a reparar los daños sufridos por sus padres y madres.
 Lo que más falla muchas veces es la empatía, la capacidad de ponerse en el lugar del hijo sin descuidarse al mismo tiempo uno mismo. Esta es la habilidad pendiente de desarrollar en muchos padres y madres.
 Es importante captar lo que realmente necesita el niño/a más allá de lo que los padres han construido de forma ideal sobre sus hijos.
 El adulto ha de permitir a sus hijos un amplio repertorio emocional donde quepa la ira, la tristeza, el cansancio, poniéndole palabras a las emociones.
 Los niños han de tener referentes importantes pudiendo establecer una jerarquía entre familiares, situando en diferente posición a sus padres, hermanos, abuelos, etc…


INVITADA ESPECIAL: GEMMA CÁNOVAS
Psicóloga Clínica. Tiene amplia experiencia como psicóloga en centros psicopedagógicos y asesora en Centros de Educación Infantil y Primaria.
Lleva muchos años trabajando como psicoterapeuta en su consulta privada.
Especialización progresiva en aspectos relativos al ejercicio de la maternidad. Su último libro: “El oficio de ser madre. La construcción de la maternidad”
También coordinó la colección “Tu Hijo” de la editorial RBA
Colabora como psicóloga en ADDIF
(Asociación en Defensa del Derecho de Infancia en la Familia)
desde el año 2000


Portal de Inteligencia emocional

Els amics de Fadir a L'unicorn Blanc









Per molts anys Sergi





Avui dia 16 de Juliol fa 26 anys que va neixer en Sergi.

Fotos amics de Fadir

Bona o mala sort?


Un camperol xinès tenia un cavall negre que era l’admiració dels seus veïns. Els veïns li deien: “Quina bona sort tenir un cavall com aquest”.

I el camperol contestava: “Bona sort o mala sort? Qui ho sap!. I conten que un bon dia el cavall es va escapar i se’n va anar al bosc. Quan els veïns es van assabentar, van anar a consolar al camperol i li van dir: “Quina mala sort que hagis perdut el cavall” i el camperol, amb molta pau, va contestar:” Mala sort o bona sort?”. Després d’alguns dies el cavall va retornar del bosc i amb ell van venir dos poltres salvatges. De forma que ara tenia tres cavalls. Els veïns van venir a felicitar el camperol: “Quina bona sort. Ara tens tres cavalls” i el camperol va contestar: Bona sort o mala sort?. Expliquen que el fill del camperol va voler domar els poltres salvatges, però va caure d’un d’ells i es va trencar una cama. Els veïns van anar a donar-li consol i li van dir: “quina mala sort que el teu fill s’hagi fracturat una cama”. El camperol, com sempre, va contestar: “Mala sort o bona sort?”. Diuen que havia una guerra per aquelles contrades i els militars anaven de poble en poble per reclutar joves hàbils per l’exercit; van anar a aquell poble i es van endur a alguns joves però al que tenia la cama enguixada el van deixar. Els veïns van anar al camperol per donar-li la enhorabona: “Quina bona sort que el teu fill s’hagi trencat una cama”. Una vegada més el camperol va contestar: “Bona sort o mala sort? Qui ho sap!”

Los siete caballos







Encuentra los siete caballos

Unicorn Blanc

Introducció centre equinoteràpia

Se nos llamaba mongólicos, subnormales...



Si le das al documento se amplia para poder leer la entrevista

Andy Trias, que tiene un cromosoma más: “Se nos llamaba mongólicos, subnormales…”

Tengo 36 años. Nací y vivo en Barcelona. Trabajo en CosmoCaixa. Desde hace ocho años vivo con mi pareja, Mónica. No tendremos hijos. Prefiero no hablar de política. Soy cristiano. Soy socio del Barça desde que nací. Los síndrome de Down no somos enfermos, somos especiales.
¿Vio usted a Izaskun interpelando a Zapatero?
Le pidió trabajo en la Moncloa. Fue valiente.
¿Izaskun o Zapatero?
Izaskun. Me gustó que todo el mundo viese a alguien con síndrome de Down (SD) replicando a un presidente.
Zapatero aprovechó para quedar bien. Tendría que arrimar más el hombro: a los que tenemos síndrome de Down se nos ponen muchas más dificultades para trabajar.
¿Qué tendría que hacer el Gobierno?
Apoyar en toda España fundaciones como la Fundació Catalana del Síndrome de Down, que hace 25 años que en Catalunya ayuda a las familias con algún hijo con SD.
Como es su caso.
Sí. Cuando yo nací, no había nada ¡y se nos llamaba subnormales, mongólicos…!
¿Usted se ha oído llamar eso?
¡Sí! Vaya insulto. Eso ha cambiado, gracias a personas como mis padres. ¡Yo se lo debo todo a mis padres, que se espabilaron para encontrar el mejor modo de ayudarme!
Y hoy usted tiene un trabajo, vive independizado…
Junto con mi pareja, Mónica. No estamos casados, pero yo la considero mi mujer y ella me considera su marido.
¿Las personas con SD se emparejan igual que las demás?
Tuve un par de novias. A la gente le incomoda que los SD tengamos sexualidad. Y la tenemos. Yo siempre seré discreto: me disgusta ver a parejas dándose el lote en público.
¿Le gustaría tener hijos?
Estamos bien así.
¿Hace mucho que son pareja?
Hace casi diecisiete años nos vimos en una fiesta, y fue amor a primera vista. Y hace ocho que vivimos juntos: decidí irme de casa de mis padres el día que murió mi padre…
¿Por qué?
Vi que debía prepararme para apañármelas sin mis padres… Desde mi nacimiento, ellos me lo habían dado todo hecho.
Su padre era Ramon Trias Fargas.
Sí, el político. Yo tenía 17 años cuando murió. Recuerdo bien aquel día: yo le vi morir.
Vaya…
Yo estaba en una estación de tren, regresando de una jornada dominical en Valls con amigos del esplai.El sábado nos habíamos despedido: “Nos vemos el domingo”. Y en una tele del bar de la estación le vi caer, ¡y en la tele decían que había muerto…!
Duro.
No me lo quise creer. Al llegar a la estación de Sants y ver a mis familiares, supe que era cierto, y me hundí. Fue el peor día de mi vida. Estábamos muy unidos: un día le pedí a un amigo sacerdote que me ayudase a rezar para que Dios no se llevase nunca a mi padre… Pero, mire, se le rompió la aorta…
Veo que tenían vínculos muy fuertes.
Sí, porque cuando nací, a él le costó mucho entender mi condición. Pero se sobrepuso, luchó por mí, me convirtió en su hijo mimado. Él y mi madre me lo han dado todo.
¿Cuándo supo usted qué era especial?
Me impartían clases aparte de inglés y matemáticas. Le pregunté un día a mi madre por qué… Y ella me explicó lo que me pasaba. Yo era niño, y ese día… ¡me quise morir!
Claro: un niño no soporta sentirse distinto de sus compañeros…
Admiro mucho a un chico de Málaga con SD, Pablo Pineda, que acaba de terminar sus estudios universitarios. Yo preferí ponerme a trabajar. Y estoy satisfecho.
¿En qué consiste su trabajo?
Recojo cada mañana la prensa y el correo y los reparto en las oficinas de CosmoCaixa, y luego hago un segundo reparto de correo, fotocopias, recados… Me dan responsabilidad y autonomía, y me organizo bien. Mi padre siempre decía que su sueño sería verme trabajar… No pudo verlo, qué pena.
Y en casa, ¿se apaña bien?
Tenemos el apoyo de un programa de la fundación llamado Me´n vaig a casa,que ayuda a las personas con SD a vivir en sociedad: nos ayudan a diseñar el presupuesto semanal de gastos, entre otras cosas.
¿A qué dedica su tiempo de ocio?
A estar en casa, a salir al cine, a salir de excursión con un grupo de amigos de la fundación, a ir al Barça: soy socio desde que nací, tengo mi localidad. Y me gusta leer la prensa deportiva.
¿Qué momentos son los más felices?
¡Mi felicidad es tener la mujer que tengo! Doy gracias a sus padres, a los míos y a la vida por habérmela puesto en el camino. Se preocupa por los demás, se ocupa de mí y yo de ella.
¿Cómo anda usted de salud?
Todo es más delicado en una persona con SD, pero mi médico por ahora me dice que estoy como un roble.
¿Qué consejo daría a jóvenes con SD que leyesen esta entrevista? Que tienen derecho a ser independientes, y que ayuden a sus padres a aceptarlo. Porque los padres sufren mucho.
¿Y qué aconseja a los padres?
Que ayuden a sus hijos a ser lo más autónomos posible. Que es ley de vida que quieran vivir solos. ¡Que no tengan miedo! Porque si tienen miedo, van a contagiárselo a su hijo. Y es mejor vivir sin miedo. Yo tuve miedo, pero logré superarlo.
¿Y qué le diría a la sociedad?
Que esto nuestro no es una enfermedad. Es sólo que tenemos un cromosoma más. Somos especiales, no somos enfermos. ¡Aprendamos a aceptar al distinto tal y como es!

Besos al cielo
Andy se emociona al hablar de sus padres. “¡Cómo me gustaría que mi padre me viese haciendo lo que hago! Mi madre dice que estaría muy orgulloso…”. Y me confiesa Andy que, como Ronaldinho cuando metía gol, él también envía besos al cielo, al padre… Ahora cumple 25 años la Fundació Catalana Síndrome de Down, impulsada por sus padres cuando Andy tenía 11 años, para ayudar a niños como él. “El amor mueve montañas, ¡y eso hace la fundación!”, que presenta mañana en el Col · legi de Metges la valiosa guía Su hijo con síndrome de Down. De la A a la Z (www. fcsd. org). Debería haber más fundaciones así, aunando talentos para hacer más fácil la vida a muchos y dignificarnos a todos.
La Contra de la Vanguardia de Víctor Amela - 03/03/2009