Lo más frecuente es que los niños, en la trágica condición en la que se les pone, sean o adulados o avasallados.
Se encuentran debatiéndose entre esos dos tratamientos, ambos abusivos: la tierna mirada sobre su verde paraíso (“Aprovechen, igual que nosotros disfrutábamos a vuestra edad”), o bien el dedo enhiesto, cargado de correcciones, apuntando hacia un modelo que hay que imitar. En ambas actitudes, el conformismo es reductor. Oculta la verdad: el niño que viene al mundo debería recordarnos que el ser humano es un ser que viene de otra parte y que cada uno nace para aportar a su tiempo algo nuevo.
Francoise Dolto
Ilustración de Oliver Jeffers
Fuente: Estrategias Educativas
Se encuentran debatiéndose entre esos dos tratamientos, ambos abusivos: la tierna mirada sobre su verde paraíso (“Aprovechen, igual que nosotros disfrutábamos a vuestra edad”), o bien el dedo enhiesto, cargado de correcciones, apuntando hacia un modelo que hay que imitar. En ambas actitudes, el conformismo es reductor. Oculta la verdad: el niño que viene al mundo debería recordarnos que el ser humano es un ser que viene de otra parte y que cada uno nace para aportar a su tiempo algo nuevo.
Francoise Dolto
Ilustración de Oliver Jeffers
Fuente: Estrategias Educativas
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