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Déficit de atención e hiperactividad



El síndrome denominado Déficit de Atención e Hiperactividad (DAH) es una compleja alteración de la conducta en los niños (y también en adultos) caracterizada por la variable asociación de tres hechos básicos: falta de atención, hiperactividad e impulsividad.
Afecta al 8-12% de los niños del mundo, con mayor frecuencia en el sexo masculino y en estratos sociales económicamente bajos. Su prevalencia disminuye con la edad, aunque con frecuencia persiste en la vida adulta.
Esta variable asociación entre los 3 componentes condiciona tres tipos de DAH:
1. Tipo en el que se combinan el déficit de atención con la hiperactividad (DA-H), que es el más frecuente.
2. Tipo con predominio del déficit de atención (DA).
3. Tipo con predominio de la hiperactividad (H).
La causa del DAH es desconocida, pero se admite que el trastorno es genéticamente transmitido en muchos casos (75%), aunque por genes de limitado efecto (DRD4, DRD5, SLC6A4 y otros).
El mecanismo que conduce al trastorno sería una desregulación bioquímica debido a anormalidades en el transporte de determinadas sustancias neurotransmisores, como la dopamina, que intervienen en la actividad cerebral que regula la conducta.

Déficit de atención e Hiperactividad en los niños
Entre los factores ambientales implicados en el DAH se encuentran las adversidades biológicas (partos con complicaciones) y adversidades psicológicas (conflictos familiares). En definitiva, el DAH se considera como un trastorno de la conducta cuyo origen es complejo y en cuya génesis intervienen múltiples factores de riesgo (genéticos, biológicos, ambientales y psicosociales).
El diagnóstico del DAH (*) requiere conseguir, en la exploración del niño, evidencias de que existe déficit de atención, hiperactividad e impulsividad o ambos:

DÉFICIT DE ATENCIÓN
El déficit o falta de atención se refiere al breve periodo de tiempo durante el cual el niño afecto del DAH puede mantener su atención en lo que está haciendo, sin distraerse con otro asunto.
Seis o más de los siguientes síntomas de déficit de atención han debido persistir al menos 6 meses, hasta el punto de que interfieren en el desarrollo del niño al nivel que le corresponde por su edad:
A menudo no presta atención a los detalles y comete errores por falta de cuidado.
A menudo tiene dificultades en mantener la atención.
A menudo no parece escuchar.
A menudo no parece poner empeño en proseguir con lo que está haciendo.
A menudo tiene dificultades en organizar sus tareas y deberes escolares.
A menudo evita tareas que exigen una atención mantenida.
A menudo pierde cosas necesarias para sus actividades.
A menudo se distrae con facilidad.
A menudo es olvidadizo.

HIPERACTIVIDAD E IMPULSIVIDAD

El niño con hiperactividad excesiva casi siempre está en movimiento, de un lado para otro.
Seis o más de los siguientes síntomas de hiperactividad e impulsividad han persistido al menos 6 meses, hasta el punto de que interfieren el desarrollo del niño al nivel que le corresponde por su edad:
A menudo se muestra inquieto y realiza movimientos espasmódicos.
Muy a menudo se levanta de su asiento.
A menudo corre dando vueltas o sube y baja las escaleras sin necesidad.
A menudo tiene dificultades con las actividades recreativas que se realizan en reposo.
A menudo se comporta como si estuviera impulsado por un motor (impulsividad).
A menudo habla sin parar.
A menudo interrumpe bruscamente las respuestas (impulsividad).
A menudo tiene dificultades para esperar su turno (impulsividad).
A menudo interrumpe a los demás (impulsividad).
(La hiperactividad y la impulsividad no se consideran hechos clínicos separados sino que se valoran conjuntamente).
Para el diagnóstico del DAH los síntomas deben persistir al menos 6 meses y hacerse aparentes tanto en la escuela como en casa.

El tratamiento óptimo del DAH es controvertido. Las pautas de tratamiento actualmente aplicadas combinan distintas modalidades de terapia (Psicoterapia, Terapia conductal, Terapia de la familia, Entrenamiento en conductas sociales apropiadas, Grupos que ofrecen a los afectados por la enfermedad apoyo social, información y educación y Entrenamiento de los padres para guiar la conducta de los hijos afectados) y medicación.
Los medicamentos más frecuentemente utilizados en el tratamiento de niños y adultos con el DAH son los psicoestimulantes. A veces se prescriben antidepresivos, de modo especial en aquellos que no responden a los estimulantes o que están deprimidos.
Aunque no se conoce el mecanismo por el cual actúan estos fármacos, los psicoestimulantes parecen conseguir niveles de equilibrio a nivel cerebral entre la dopamina, neurotransmisor cuya función se asocia con la actividad, y la serotonina, que se asocia con la sensación de bienestar. El Ritalin® (metilfenidato), la medicación más utilizada en el tratamiento del DAH, parece aumentar los niveles de dopamina en el cerebro. Además del metilfenidato, otros fármacos utilizados son derivados de la anfetamina, como el Alderall® y la Dexedrina®, y fármacos no estimulantes como la Strattera® (atomoxetina).
La duración de la acción estimulante de estos fármacos es corta (unas 3 horas), aunque con algunos como el Alderall XR® se alarga hasta las 12 horas.
En realidad, todos estos medicamentos, aunque pueden aliviar los síntomas fundamentales como son la falta de atención y la hiperactividad, no solucionan otros problemas, como son los pobres resultados escolares y académicos, la difícil relación social o la conflictividad familiar. Por estas razones el tratamiento del DAH, debe ser integrado y multidisciplinario.

(*) Estos criterios diagnósticos han sido adaptados del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, cuarta edición, revisada y editada por el The New England Journal of Medicine.
Actualización: Julio de 2005
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