El centre

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Dan una oportunidad a las ganas de trabajar

El lema en Cinia es: “se acepta todo tipo de discapacidad, menos la flojera”. Esta empresa poblana comenzó, en 2005, con sólo 23 trabajadores. Hoy tienen un plantilla de 300 empleados, 92% presentan algún tipo de debilidad visual, física o intelectual

EJERCICIO. Al medio día los trabajadores reciben media hora de entrenamiento diario, el objetivo es aumentar la productividad y alentarlos a una vida más sana







¿Qué ocurriría si alguno de nosotros intentara planchar docenas de prendas, pero con una venda en los ojos? Quizá estaríamos enfrentando un gran riesgo, sobretodo si la-boráramos en una fábrica donde nuestro deber sería planchar más de 50 uniformes al día y bajo la presión de un horario.

Ni un solo doblez sin alisar, ni una sola arruga, las líneas perfectamente marcadas; los controles de calidad en esta empresa, ejemplo en el mundo, son altos y deben cumplirse.

De hecho, probablemente hoy, alguien traiga puesto uno de los uniformes de cuello perfecto que Gonzalo planchó sintiendo la tela con sus propias manos. Las costuras, los botones, los puños, la caricia que él propicia en cada textura se han convertido en su guía. Gonzalo es ciego.

Debido a su discapacidad visual, este joven de 20 años no había logrado encontrar un trabajo remunerado, pero esta situación se revirtió el día en que tocó a la puerta de Cinia, una empresa sin precedentes en México y Latinoamérica. No resulta fácil definir a esta empresa, porque no se parece a nada por única y sin igual.

Ésta compañía —100% mexicana— es la única empresa en el territorio que da empleo a personas con diversos tipos de discapacidad.

La primera piedra

Fundada en 2005 por los señores Antonino Fernández Rodríguez y Cinia González Diez, los objetivos, desde sus inicios, fue crear más empleos para personas con discapacidad con la estructura necesaria para brindarles los apoyos que requieren y hacerlos productivos. Iniciaron con 23 trabajadores, hoy son aproximadamente 300.

De este total, 92% son personas con diversas discapacidades.

El personal sin discapacidad es contratado para monitorear y coordinar al personal con discapacidad motríz, intelectual, auditiva y visual, como facilitadores que favorecen la autodeterminación de los empleados, estos trabajadores son constantemente capacitados para la cultura de la inclusión.

El modelo de Cinia se origina en la autotederminación y en un plan personal de apoyos ( PPA) el cual persigue el alcance de las metas que los empleados anhelen: se detectan sus habilidades y se favorece su desarrollo con apoyos funcionales específicos, según la discapacidad. El candidato elige entre cinco alternativas de trabajo: gastronomía; limpieza, talleres y artesanía, jardinería y la división textil.

Se capacitan durante varias semanas para luego incorporarse, por completo, como empleados de planta.

“En México el concepto de autodeterminación aplicado a las personas con discapacidad es algo nuevo y poco a poco habrá que integrarlo a la cultura del país”, comenta Adriana Albicker, responsable del área de relaciones públicas de la empresa.

Una vida independiente

Gonzalo, hoy, es un hombre que por primera vez tiene un trabajo productivo, y bien remunerado, que le permite tener una vida independiente.

Entre sus planes, además de crear un grupo musical, pues es baterista, está alcanzar los más altos mandos en el área textil de Cinia, y hacia allá encamina sus esfuerzos.

Con un horario de 8 de la mañana a 5 de la tarde, una hora para comer —en las instalaciones de Cinia—, y todas las prestaciones de ley; al salir de la em-presa, Gonzalo toma el trasporte público hasta llegar a la casa en la que vive con un hermano.

Ambos comparten los gastos de la vivienda.

“Este trabajo me ha permitido tener mejorías e ir progresando en mi vida”, asegura Gonzalo.

“Aquí se avanza, me consta. He visto a mis compañeros subir en puesto y en sueldo, independientemente de su discapacidad.

“Todas las mañanas me levanto con el entusiasmo de saber que hago algo productivo, digno y bien remunerado”, agrega.

En la mañana en la que EL UNIVERSAL ingresó a las instalaciones y líneas de montaje de Cinia, Gonzalo planchaba; en el siguiente módulo, Bani Monserrat —con Síndrome de Down— pegaba botones, José Armando —con discapacidad intelectual— cortaba la tela, y un poco más allá, Norma Martha —que es sorda—, remataba los uniformes sin un hilo de más.

Norma Martha nunca fue a la escuela. Permaneció en su casa durante más de una década sin desarrollar, nunca, ninguna actividad productiva.

“El área textil requiere no sólo de habilidad manual y atención a los detalles, sino también de un ambiente estructurado con personas metódicas, con buen seguimiento de instrucciones y tolerancia al trabajo bajo presión”, comenta el ingeniero Antonio Sánchez Martínez, director del área textil de Cinia.

A su vez, Filiberto Flores, de 33 años de edad, labora desde hace 4 años en la empresa, tiene discapacidad intelectual leve y ya había trabajado en otros lugares, pero en estos enfrentó discriminación y maltrato.

“Nos hacían trabajar tiempo extra sin pagarnos y si nos atrevíamos a reclamar, nos amenazaban con quitarnos el trabajo”, recuerda.

Filiberto dice que sus padres están tranquilos al saber que él labora en un lugar donde es bien tratado.

Norma Martha —que tiene discapacidad auditiva— cose la tela con una excelente coordinación ojo-mano-pie, lo que le permite desarrollar un trabajo con altos niveles de productividad, agrega Sánchez Martínez.

“En esta área labora un grupo numeroso de personas con discapacidad auditiva y física, y más de 50% del personal tiene discapacidad intelectual.

“Aquí, en el área textil, trabajan 120 personas y todas (salvo los operarios) tienen alguna discapacidad”.

Todo, menos flojera

Bajo este lema, Cinia proporciona a todos sus operarios o empleados, la estructura arquitectónica, dispositivos físicos (como sillas de ruedas o aditamentos específicos) que requieran para el óptimo desempeño de su labor y desarrollo personal.

Tal es el caso de Raúl Oscar Castro, cuya estatura no le permite alcanzar la mesa de trabajo, él requiere de un banco un poco más alto.

Con un reglamento interno de trabajo y un contrato laboral específico, es requisito indispensable que el personal que no presenta discapacidad, se sensibilice y capacite frente al tema.

Los chismes, juegos, faltas de respeto, maltrato psicológico, humillaciones y la manipulación, desde la persona con autoridad hacia los empleados con discapacidad, no son tolerados y son causa de terminación definitiva del contrato laboral.

Para aquellos trabajadores con discapacidad auditiva, la empresa cuenta con traductores en lenguaje de señas; de hecho todas las personas sordas tienen como operario a una persona oyente que conoce este lenguaje.

A diferencia de otros lugares que hacen adaptaciones a sus espacios, en Cinia todo fue planeado desde la mesa del arquitecto: rampas a lo largo de todas las instalaciones, lenguaje braille en señalizaciones, en material y menú alimentario, y guías en el suelo para las personas ciegas, son solo algunos ejemplos de la planeación.

Justo al medio día, las máquinas se detienen. Es la hora en que los jóvenes reciben un acondicionamiento físico con la intención de que tengan algunos minutos de entrenamiento deportivo.

Aquí se aplica la cultura de una vida más sana, así como evitar el sedentarismo. Especial importancia se confiere a las trasferencias negativas y al manejo profesional por parte de mandos medios, superiores y administrativos.

“Es necesario romper la idea de que las personas con discapacidad son ‘niños o ángeles’, ya que son adultos con derechos y capaces de tomar decisiones propias y enfrentar las responsabilidades que estas conllevan”, agrega Fernández Rodríguez.

Fuerza joven

Más del 80% de los que aquí laboran son jóvenes. El sonido rutinario de las máquinas se opaca con música moderna, en las bocinas suena un disco de los Black Eyed Peas.



En el área textil se maquilan diversos productos como playeras, filipinas, juguetes, uniformes, dando servicio a importantes empresas. Los procesos generales se hacen en maquinas de costura, mientras que los acabados y detalles se hacen mediante un trabajo manual realizado, regularmente, por personal con discapacidad intelectual con mayor necesidad de apoyo.

Todos los empleados de la división de jardinería presentan discapacidad intelectual y su incorporación ha sido exitosa, pues requieren de una mínima abstracción o coordinación motriz fina. Los jóvenes de ésta área realizan sus actividades en el exterior dando mantenimiento a jardines de oficinas, escuelas y de algunas casas.

A Jesús, quien trabaja en el comedor de la empresa, le corresponde hacer el jugo de naranja todas mañanas. Él y otros 17 trabajadores preparan, bajo estrictas medidas de higiene, los alimentos para sus compañeros. Los operarios no tienen que salir para comer. Aquí el menú cuesta 20 pesos.

En la recepción está Rosario Serrano, una mujer de 51 años que perdió la vista al ingerir un medicamento y adquirir el Síndrome de Steven Johnson. Rosario tiene ceguera total y está por cumplir 4 años en Cinia.

Ella es una mujer casada, sin hijos y autosuficiente que contribuye con su sueldo a los gastos de su casa.

Además de atender la recepción, en estos momentos, Rosario se encuentra aprendiendo computación vía la tiflotecnología, o programa parlante, pues la capacitación constante es uno de los requisitos que la empresa exige a todos sus empleados.

Al final de cuentas, Cinia es una empresa que, como otras, busca posicionarse en su mercado, elevar sus ventas, y tener más clientes, sabe que depende de empleados eficaces y constantemente capacitados para alcanzar sus metas. La única diferencia es que ellos reconocen el talento donde otros no.


http://www.eluniversal.com.mx/nacion/184636.html