El centre

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Gracias, contenta, abrazo, te quiero


Deborah Fouts, dirige el Instituto de Comunicación entre Chimpancés y humanos
Mi marido y yo cumplimos 68 años. Tenemos 3 hijos, 5 nietos y viven 3 de los 5 chimpancés que hemos criado. Soy psicóloga, dirijo el Instituto de Comunicación entre chimpancés y humanos de la Central Washington University. Hay continuidad entre especies. Soy luterana.


Estábamos recién casados (1964) y Roger quiso hacer su doctorado, por casualidad contactamos con otra pareja de psicólogos, los doctores Garner, que se convirtieron en sus profesores de doctorado.

Los primeros en enseñar a una chimpancé el lenguaje de los sordomudos. .

Washoe era una chimpancé muy jovencita y los Garner querían rodearla de personas que fueran sus amigos, que hablaran entre sí la lengua de signos americana (ASL) y lo hablaran con ella, así que todos fuimos a la entrevista, incluido mi hijo de cinco meses.

Curiosos los Garner.
En cuanto nos vio, Washoe abrazó a Roger, y ese abrazo cambió nuestra vida, las de mis hijos y las de mis nietos. Washoe se convirtió en una más de la familia.
¿Washoe vivía con más chimpancés?
En el refugio vivían 30 chimpancés, pero Washoe estaba siempre con nosotros. No se sentía parte de sus congéneres a los que llamaba bichos negros. Al proyecto Garner se sumaron Loui, hijo adoptivo de Washoe, y la joven Moja. Pero ocurrió algo terrible.

No me asuste.
El director del Instituto de Estudios con Primates de la Universidad de Oklahoma donde trabajábamos se dedicaba a vender chimpancés para la investigación biomédica.
Los vendió.
A todos salvo a Washoe, Louis y Moja que no eran suyos. Tuvimos pesadillas durante meses y decidimos irnos a una universidad menos prestigiosa, a la Central Washigton.
¿Cómo se llevaban sus hijos y los chimpancés?
Cuando falleció Washoe cada uno de mis tres hijos habló en la ceremonia de despedida y se refirieron a ella como “mi hermana”.
Volvamos al recién inaugurado Instituto de Comunicación entre Humanos y Chimpancés.
Por fin arranqué mi proyecto con la familia de chimpancés que ya había crecido a cinco miembros: coloqué cámaras en su recinto para espiarlos cuando estaban solos.
Cuénteme.
Utilizaban el lenguaje de signos entre ellos sin necesidad de que hubiera presencia humana, sin que nadie les estimulara. Y también lo utilizaban para hablar consigo mismos. Tienen cultura y la pasan de padres a hijos. De hecho fue Washoe la que enseñó el lenguaje de signos a su hijo, a la jovenMoja, a Dar y a Tatu.
¿Qué fue lo que más le sorprendió?
Para poder grabarlos a solas yo pedía cada día a todos los humanos que se fueran. Un día Washoe se acercó a la cámara que estaba escondida, y dijo con signos: “Devi, sucia, Devi”. Estaba enfadada conmigo porque me había llevado a sus amigos humanos.
¿Cuáles son sus conclusiones?
Entre ellos hablan a menudo y su conversación es la que tendría cualquier familia, lo que demuestra que somos muy parecidos. De hecho cuando hablas con ellos y te vas por las ramas –es uno de nuestros estudios– ellos reconducen la conversación.
¿De qué hablan entre ellos?
De juegos, de sus estados de ánimo, mienten… Si están mirando una revista y ven un helado, hacen el signo del helado o van a enseñarle a otro la foto y explicarle lo que es un helado.
Hábleme de sus estados de ánimo.
Son muy empáticos. Si Washoe te veía triste, hacía el signo de abrazo, y si te veía contenta, te decía que ella también lo estaba. La Navidad les gusta mucho y te lo hacen saber: “Gracias, contenta, abrazo, te quiero”.
¿Diferentes personalidades?
Washoe se encargaba de todos los demás, era la patriarca; Moja era muy presumida, le gustaba ponerse pendientes y pintalabios; Tatu es la que controla el tiempo, cuando van a llegar las primeras nevadas nos dice “árbol dulce”; se refiere al árbol de Navidad que decoramos con dulces, también nos indica la hora de comer, la de dormir…
Prácticamente humanos.
A Dar le encantan las mujeres embarazadas, en cuanto ve a una le dice: “Bebé dentro”. Y cada uno tiene sus preferencias, miran revistas y nos piden lo que les gusta: zapatos, un vestido rojo o un sombrero, y les encanta mirar revistas gastronómicas.
¿Saben lo que es la muerte?
Cuando a Washoe se le murió una cría, repetía: “Bebé fin”. Y cuando una colaboradora tuvo un aborto y le explicó que su bebé había muerto, Washoe le dijo: “Yo llorar y abrazo”. Tienen ética, saben lo que es justo y lo que no, si un humano favorece a uno más que a otro se enfadan mucho.
Dígame qué le ha enternecido.
Cuando Washoe estaba ya muy enferma sólo quería que yo le diera la mano. Cuando murió todos los demás chimpancés se acercaron muy despacio y la acariciaron.
¿Cuál es el gesto más inteligente que les ha visto realizar?
Más allá del lenguaje de signos me impresiona su capacidad de compasión. En una ocasión Washoe, cuando vivía con los que consideraba bichos negros despreciables, vio que un chimpancé se caía al agua. No saben nadar y Washoe se agarró a unos matorrales y estiró el brazo para salvarlo; es decir arriesgó su vida por un chimpancé que no conocía de nada.
¿Cuál es su conclusión fundamental?
Cuan cercanos somos, nosotros somos seres humanos y ellos seres chimpancés y lo único que importa es el sustantivo, el ser.
Ternura
Hace 15 años, en el mismo CosmoCaixa (donde esta pareja de psicólogos dan una conferencia sobre cómo la lengua de los signos borra la separación entre chimpancés y humanos) entrevisté a Roger, hoy entrevisto a Devi que habla de los chimpancés con el mismo entusiasmo que una madre habla de sus hijos. Ternura que también encontré en Roger y en todos los que conviven con ellos, como los miembros del Centro de Recuperación de Primates de la Fundación Mona que celebran su décimo aniversario con la visita de los Fouts. Gracias al trabajo de esta pareja conocemos las capacidades linguísticas de los chimpancés, capacidades que ya empiezan a estudiarse en comunidades salvajes.
Ima Sanchís- La contra de la Vanguardia 09/05/2011